jueves, 20 de diciembre de 2007

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miércoles, 19 de diciembre de 2007

¿Vas A Seguir Esperando Por La Situación Ideal O Vas A Empezar A Vivir?

El Círculo del Noventa y Nueve

Un rey muy triste tenía un sirviente que se mostraba siempre pleno y feliz. Todas las mañanas, cuando le llevaba el desayuno, lo despertaba tarareando alegres canciones de juglares. Siempre había una sonrisa en su cara, y su actitud hacia la vida era serena y alegre. Un día el rey lo mandó a llamar y le preguntó:

- Paje, ¿cuál es el secreto?

- ¿Qué secreto, Majestad?

- ¿Cuál es el secreto de tu alegría?

- No hay ningún secreto, Alteza.

- No me mientas. He mandado cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.

- Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo.
Tengo a mi esposa y a mis hijos viviendo en al casa que la corte nos ha asignado, estamos vestidos y alimentados, y además Su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas que nos permiten darnos pequeños gustos. ¿Cómo no estar feliz?

- Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar - dijo el rey -. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.

El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba furioso, no conseguía explicarse cómo el paje vivía feliz así, vistiendo ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le preguntó:

- ¿Por qué él es feliz?

- Majestad, lo que sucede es que él está por fuera del círculo.

- ¿Fuera del círculo? ¿Y eso es lo que lo hace feliz?

- No, Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.

- A ver si entiendo: ¿estar en el círculo lo hace infeliz? ¿Y cómo salió de él?

- Es que nunca entró.

- ¿Qué círculo es ese?

- El círculo del noventa y nueve.

- Verdaderamente, no entiendo nada.

- La única manera para que entendiera sería mostrárselo con hechos. ¿Cómo? Haciendo entrar al paje al círculo. Pero, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo. Si le damos la oportunidad, entrará por sí mismo.

- ¿Pero no ser dará cuenta de que eso es su infelicidad?

- Sí se dará cuenta, pero no lo podrá evitar.

- ¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos lo hará?

- Tal cual, Majestad. Si usted está dispuesto a perder un excelente sirviente para entender la estructura del círculo, lo haremos. Esta noche pasaré a buscarlo. Debe tener preparada una bolsa de cuero con noventa y nueve monedas de oro.

Así fue. El sabio fue a buscar al rey y juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. El sabio guardó en la bolsa un papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no le cuentes a nadie cómo lo encontraste".

Cuando el paje salió por la mañana, el sabio y el rey lo estaban espiando. El sirviente leyó la nota, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció. La apretó contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la puerta.

El rey y el sabio se acercaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa, dejando sólo una vela, y había vaciado el contenido de la bolsa. Sus ojos no podían creer lo que veían: ¡una montaña de monedas de oro! El paje las tocaba, las amontonaba y las alumbraba con la vela. Las juntaba y desparramaba, jugaba con ellas... Así, empezó a hacer pilas de diez monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres, cuatro, cinco pilas de diez... hasta que formó la última pila: ¡nueve monedas! Su mirada recorrió la mesa primero, luego el piso y finalmente la bolsa.

"No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. "Me robaron - gritó - me robaron, ¡malditos!" Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas. Corrió los muebles, pero no encontró nada. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había noventa y nueve monedas de oro. "Es mucho dinero - pensó -, pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo. Cien es un número completo, pero noventa y nueve no".

El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, tenía el ceño fruncido y los rasgos tensos, los ojos se veían pequeños y la boca mostraba un horrible rictus. El sirviente guardó las monedas y, mirando para todos lados con el fin de cerciorarse de que nadie lo viera, escondió la bolsa entre la leña. Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar para comprar su moneda número cien? Hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla; después, quizás no necesitaría trabajar más. Con cien monedas de oro un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas de oro se puede vivir tranquilo. Si trabajaba y ahorraba, en once o doce años juntaría lo necesario. Hizo cuentas: sumando su salario y el de su esposa, reuniría el dinero en siete años. ¡Era demasiado tiempo! Pero, ¿para qué tanta ropa de invierno?, ¿para qué más de un par de zapatos? En cuatro años de sacrificios llegaría su moneda cien.

El rey y el sabio volvieron al palacio.

El paje había entrado en el círculo del noventa y nueve. Durante los meses siguientes, continuó con sus planes de ahorro. Una mañana entró a la alcoba real golpeando las puertas y refunfuñando.

- ¿Qué te pasa? - le preguntó el rey de buen modo.

- No hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.

- Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría Su Alteza, que fuera también su bufón y juglar?

No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

La mayoría de nosotros hemos sido educados en esa psicología: siempre nos falta algo para estar completos, y sólo entonces podremos gozar de lo que tenemos; siempre nos faltan "cinco centavos para el peso". Nos enseñaron que la felicidad deberá esperar a completar lo que falta. Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca podemos gozar de la vida.

Otra cosa sería si nos diéramos cuenta, así, de golpe, de que nuestras noventa y nueve monedas son el cien por cien de nuestra fortuna, de que no nos falta nada, de que nadie se quedó con lo nuestro. Es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que, por codicia, arrastremos el carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados. Un engaño para que nunca dejemos de empujar, sin ver los enormes tesoros que tenemos alrededor, aquí y ahora.

Añoramos lo que nos falta y dejamos de disfrutar de lo que tenemos.

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Mi Reflexión
Parece mentira, pero así funcionamos casi todos los seres humanos, siempre mirando lo que nos falta, siempre haciendo incapié en lo que otros tienen y nosotros no.

Cuando somos pequeños decimos: "cuando sea grande y mis hermanos no me puedan molestar voy a ser feliz", cuando somos más grandes decimos: "cuando sea mayor de edad y mis padres me dejen vivir tranquilo, entonces voy a ser feliz", cuando somos mayores de edad decimos "cuando termine la universidad y empiece a ganar mi propio dinero, voy a ser feliz", cuando ya trabajamos solemos decir, "cuando tenga un puesto mejor y sea supervisor de algún área, ahí sí voy a ser feliz, ahora me tratan como esclavo" luego decimos "cuando tenga una pareja, un hijo, dos hijos, cuando mis hijos estén más grandes, cuando pasen de la adolescencia, cuando todos sean profesionales, cuando tenga nietos... etc. voy a ser feliz" Y así nos pasamos tanto tiempo postergando la felicidad voluntariamente.

A veces postergamos tantas cosas por sentir que estamos incompletos, retrasamos el amor porque pensamos que no estamos listos. Pensamos de un modo tan equivocado muchas veces que cuando algo no va con nuestro "esquema mental" entonces está mal, entonces nos falta una moneda, cuando en realidad sólo eran 99, nunca hubo 100 monedas, no eran las monedas las que estaban mal, lo que estaba mal era el esquema, sólo nuestro "esquema mental". Nunca nos faltó nada, ni tiempo, ni experiencia, ni preparación, sólo pensábamos que nos faltaba... la moneda número 100 siempre estuvo sólo en nuestra cabeza.

Cuando crecemos nos hacemos tan complicados

Todo queremos que vaya de acuerdo a nuestro esquema mental. Piénsalo por un momento, cuando eras niño y se te dañaba un juguete, seguías jugando con el carro sin ruedas, la muñeca sin cabeza, la pistolita sin gatillo... pero ahora queremos que todo vaya en "orden", que siga todo siga una serie de pasos que alguien dijo que debían seguir. Estoy seguro de que estás pensando - "Pero Carlos, ¿significa que si ahora se me daña un zapato tengo que seguir usándolo como cuando era niño?" NO, no estoy diciendo eso, sólo digo que no te amargues porque se te dañó el zapato, no uses gorra porque no te cortaron bien el cabello, no te vayas de la fiesta si se dañó el vestido, no te quedes en casa si tu cartera no combina... ¿me explico? Al fin y al cabo, aunque reniegues y "maldigas en todos los idiomas", no se va a arreglar el zapato. ¿Me sigues?

¿Cómo es posible que siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación. -- Alejandro Dumas

Es cierto, nos han educado para nunca conformarnos pero se saltaron el capítulo que dice que de todas formas, aunque no tengamos todo lo que queremos, relamente no nos falta nada...

No reniegues del amor si alguien te hizo daño, no reniegues si ahora estás sólo y te sientes incompleto sin tu pareja.

Así mismo, no te limites de vivir, de sentir, de pensar, de amar porque no va de acuerdo a tus planes, sé tu mismo/a, la situación ideal NUNCA va a llegar, empieza a vivir hoy.
Resumen: Dejemos de pensar que cuando llegue [cualquier cosa] ahí vamos a ser feliz, ahí vamos a enamorarnos, ahí vamos a pedir un aumento, ahí vamos a tener hijos. Seamos felices con lo que somos y tenemos pues sino, como el paje de la historia, hasta eso vamos a perder. Seamos agradecidos y seamos felices hoy.
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Espero que esta pequeña reflexión colabore con tu crecimiento personal y el de los tuyos. Cuéntame tus comentarios e inquietudes o simplemente cuenta alguna experiencia tuya, haciendo clic más abajo precisamente en la palabra "comentarios".

Tu siempre amigo,

Carlos Juez

sábado, 15 de diciembre de 2007

¿Las Calamidades Suceden solas o Tú Colaboras?

Presagio

El siguiente texto de Gabriel García Márquez surgió, al parecer, como fruto de una conversación espontánea con un reportero que le preguntaba por la narración que estaba preparando entonces.

Para nosotros, es un modelo perfecto de la formación de las comunicaciones.

Les voy a contar, por ejemplo, la idea que me está dando vueltas en la cabeza desde hace varios años y sospecho que la tengo ya bastante redonda.

Imagínense un pueblo donde hay una viejita que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija menor de 14. Está sirviéndoles el desayuno a sus hijos y se le advierte una expresión muy preocupada. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella responde: "No sé, pero he amanecido con el pensamiento de que algo grave va a suceder en este pueblo". Ellos se ríen de ella, dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar billar y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el adversario le dice: "Te apuesto un peso a que no la haces".
Todos se ríen, él se ríe, tira la carambola y no la hace.

Paga el peso y le preguntan: "¿Por qué pasó, si era una carambola sencilla?". Dice: "Es cierto, pero se me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi mamá esta mañana sobre algo grave que va a suceder en este pueblo". Todos se ríen de él y el que ha ganado el peso regresa a casa, donde está su mamá. Con un peso, feliz, dice: "Le gané este peso al Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto". "¿Y por qué es un tonto?" Dice: "Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado por la preocupación de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo grave va a suceder en este pueblo".

Entonces le dice la mamá: "No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen". Una pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero: "Véndame una libra de carne". En el momento en que el matarife está cortando, ella agrega: "Mejor véndame dos porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparados". El carnicero despacha la carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne le dice: "Mejor lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar y se están preparando, y andan comprando cosas". Entonces la señora responde: "Tengo cuatro hijos, mejor deme cuatro libras".

Se lleva las cuatro libras y para no hacer largo el cuento diré que el carnicero en media hora agota toda la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va expandiendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo está esperando que pase algo, se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor, como siempre, y alguien dice: "¿Se han dado cuenta del calor que está haciendo?" Otro contesta: "Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor".

Tanto calor que es un pueblo donde todos los músicos tenían los instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos. Sin embargo, dice uno, nunca ha hecho tanto calor. "Pero si a las dos de la tarde es cuando hay más calor", responde otro. "Sí – dice el primero – pero no tanto calor como ahora".

Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: "Hay un pajarito en la plaza". Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito. "Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan". "Sí, pero nunca a esta hora". Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo. "Yo sí soy macho – grita uno – y me voy". Agarra sus muebles, sus hijos y sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que otro dice: "Si este se atreve a irse, pues nosotros también nos vamos", y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo.

Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo dice: "Que no venga la desgracia a caer sobre todo lo que queda de nuestra casa", y entonces incendia su casa y otros incendian otras casas. Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio exclamando: "Yo les dije que algo iba a pasar… y me dijeron que estaba loca".
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Mi Reflexión
Obviamente esta historia es algo coloquial y hasta un poco increíble, sin embargo así sucede en nuestra sociedad a gran escala y un poco más lento, tan lento que es imperceptiblemente peligroso.

Piénsalo, todos los "cánceres" que están comiéndose a nuestra sociedad empezaron así, alguien fumó un cigarrillo y dijo que se sentía bien y otro lo siguió - aunque tuviera que convencerse a sí mismo de que se fumar se siente bien. Luego alguien dijo que desestresaba y los estresados comenzaron a fumar, después alguien aseguró firmemente que servía para calmar el frío y ahora los friolentos fuman... ¿me sigues?

La corrupción empezó igual, en algún momento un funcionario público aceptó una coima, soborno, mordida, etc. luego, el estafado y cómplice (ojo que digo y no o) le comentó a un tercero que para agilitar los trámites se puede ofrecer dinero al encargado, ese tercero luego le comenta a sus amigos que todos los funcionarios de dicha institución son corruptos y entonces estalla la bomba de la corrupción... ¿aún conmigo?

En este punto quisiera decir que cada uno de nosotros es un ser, un individuo, de tal modo que podemos seguir nuestro camino y no hacer caso de cualquier comentario que escuchemos por ahí.

"Todos los caminos llevan a Roma, la pretunta es ¿ya probaste todos los caminos?"
O ¿sólo sigues ciega e ingenuamente al que va adelante?, tú puedes hacer tu propio camino. La experiencia del resto te va a ayudar, eso es seguro pero sólo te va a llevar hasta donde esos a quienes siguen han llegado. Siempre existirá una diferente forma de llegar, una mejor forma de llegar.
En segundo lugar quisiera recordarte que todo ser humano es dueño de su porvenir, puede ser que tu mamá, tu maestro, tu novio, tu novia, tu amigo, tu hermano, etc. tenga un "Presagio" como el de esta historia, pero recuerda tú eres el dueño de tu porvenir, tú eres quien decide si tu pueblo sigue tal cual está o si lo quemas como en la historia.

"Si quieres vivir como alguien vive hoy, haz lo que el hizo ayer - Si haces, dices, vives o piensas como alguien hizo, dijo, vivió o pensó ayer, serás mañana como él es hoy"
Es tan sencillo como eso, si haces caso de personas necias, te convertirás tú también en un necio, si quieres ser como un amargado es hoy, reniega por todo tal como él renegaba ayer. Si quieres ser feliz, si realmente quieres ser feliz, imita lo que hizo ayer la gente que es feliz hoy, te sorprenderás cuánto en común tiene la gente que ES feliz. SER feliz es diferente a estar contento, nunca lo olvides.
Por favor, recuerda que la felicidad no implica que necesariamente tienes que tener dinero, si tú al quedarte sólo en tu habitación por la noche, puedes mirar por la ventana, sonreír y agradecer a Dios (o a la vida si quieres) por tu situación sea cual sea (sí aunque no te vaya muy bien), serás más rico que la mayoría de los millonarios... Si me seguiste hasta este punto significa que acabas de descubrir o recordar algo muy valioso para tu vida.

Resumen: Tú tienes la capacidad de elegir, el derecho a elegir y si te interesas por ti mismo, tienes la obligación de elegir y no dejarte arrastrar por el pensamiento de la masa, al final no importa quién lo haya dicho, la verdad seguirá siendo verdad y la mentira, aunque todos la crean, seguirá siendo mentira... pero depende de ti vivir según la verdad o vivir la mentira como la gente del pueblo de la historia.

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Espero que lo que has leído hoy colabore con tu desarrollo personal y con tu futuro.

Que tengas un día extraordinario,

Carlos Juez Mendoza

Conflicto: ¿Ayudas o Estorbas?

Hola estimad@ lector,

Primero quiero darte la bienvenida a esta primera publicación de "Reflexiones, Anéctodas y Sabiduría".

En este blog, no trataré de temas de negocios, ventas, publicidad o marketing, en fin, ninguno de los temas por los que ya soy conocido; sino que, trataré de temas muy diferentes e incluso - probablemente - más importantes que los negocios. Aquí hablaré de la vida.

"Reflexiones, Anécdotas y Sabiduría" fue creado para compartir historias, unas leídas, otras escuchadas y otras vividas por mí mismo. Unas más largas, otras más cortas, pero en fin, todas con valiosas reflexiones que han dejado una huella muy positiva en mi vida.

Varias de estas reflexiones son las que comparto en mis charlas, talleres y conferencias de motivación y superación personal, así que te recomiendo que visites constantemente este blog pues te servirá como un descanso bajo la sombra en medio del caluroso ir y venir de la vida, como una suave brisa de aire fresco que te anime a seguir andando aún cuando el sol del stress, las preocupaciones y las "duras" experiencias diarias formen una carga pesada sobre tus hombros. "Reflexiones, Anécdotas y Sabiduría" te ayudará a sobrellevar tu día y llenará tu vida, aunque sea por unos minutos, de especial tranquilidad.

En esta primera publicación quiero hablarte un poco de un par de "tipos de personas" que te puedes encontrar en la vida, incluso del tipo de personas que podrías ser o elegir ser.

El Ancla y La Vela: Noticias del Cambio

El cambio es tan natural como comer o respirar.

En términos de navegación, siempre habrá una vela que impulse la nave un ancla que sirva para aguantarla. En tanto que el velamen se acomoda a la mudanza de los vientos, el ancla mantiene sujeta la barca. Ocurre todos los días.



Hay personas-vela y personas-ancla. Esta dualidad se presenta en los individuos, en los grupos, en las organizaciones y en las comunidades. ¿Quién duda entonces que sea inevitable la aparición de los conflictos cuando las fuerzas dinámicas del cambio se mueven en una u otra dirección? La intensidad de este fenómeno es una muestra de la gravedad que en ocasiones puede adquirir. Sin embargo, la búsqueda del equilibrio será el camino más efectivo para asumir cualquier proceso de transformación.


Aunque de labios para afuera digamos que nos gusta cambiar, todos tenemos dentro la semilla de la resistencia al cambio. La razón es simple: una parte de nosotros busca la seguridad y lo conocido como una manera de mantener la armonía entre el cambio (que a veces se nos antoja como peligroso) y nuestra manera tradicional de hacer las cosas.


En las familias y en los grupos de empresa es muy frecuente encontrar miembros abiertos al cambio: tienen real interés en adoptar nuevos valores, costumbres o relaciones. No obstante, estas personas chocan con los miembros tradicionalistas, que quieren conservar el pasado como referencia para tomar las decisiones del presente y del futuro.


Ningún dirigente puede dejar de reconocer que, en las grandes organizaciones, empresariales o políticas, siempre están latentes las fuerzas de estas dos vertientes: las del cambio y las del mantenimiento del status quo. La dinámica social que se va generando con estos movimientos alternativos suele empujar una crisis tras otra. De alguna manera unos cambios pasan a ser obsoletos y con el tiempo se transforman otra vez en status quo, lo cual conduce a la aparición de nuevas fuerzas impulsoras cuya oposición genera la siguiente carga de energía social para hacer avanzar el sistema. Así es la vida dentro de las organizaciones.
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Mi Reflexión

Tanto en nuestra vida personal como laboral se nos van a presentar siempre estas dos variables:
1) Nos toparemos con personas-ancla y personas-vela:


En esa situación, puedes elegir evitar a las personas-ancla, aquellas personas que te evitan avanzar, que limitan tus sueños y aspiraciones con críticas y burlas. Puedes elegir ser la persona que siempre deseaste ser o si eres la persona que los demás quieren que seas.


También puedes elegir juntarte a las personas-vela, a gente positiva, que te dé su punto de vista pero que al final te apoye en tu decisión aunque no esté del todo de acuerdo. Gente que te empuje con sus palabras de aliento y te arrastre con su ejemplo.


2) Nos toparemos en situaciones donde nosotros podemos ser personas-ancla o personas-vela:

Cuando alguien a tu alrededor se encuentre en algún tipo de conflicto, ¿qué tipo de persona serás tú? ¿qué tipo de persona eres ahora?
¿Eres alguien que vive criticando las iniciativas de los demás? Cuando alguien te plantea su idea, su deseo, su meta, su trabajo, su proyecto, ¿buscas y enumeras en orden ascendente en la escala de desgracias, todos los motivos por los cuales su aspiración no funcionará? o ¿eres de aquellos que buscan los motivos por los cuales sí funcionará? o mejor aún ¿colaboras para que funcione?

Es que a veces nos esforzamos por querer hacer el bien, por evitarles sufrimiento a las personas cercanas a nosotros, a veces con la mejor de las intenciones "advertimos" a quien viene con una nueva propuesta, sea laboral, personal, política, de principios, académica, etc. y tratamos de persuadirlo a que deje de lado su idea pues nosotros no creemos que vaya a funcionar. El punto clave a recordar es que:

"La intención no es lo que cuenta... la acción es lo que cuenta"

Míralo de este modo, si yo algún día estoy en tu casa, veo la puerta abierta, intento cerrarla empujándola levemente pero sólo logro juntarla, luego, ya que quedó abierta, tu perro (gato o lo que fuere) se sale a la calle y se pierde... mi intención de cerrar la puerta fue buena, pero eso no te devuelve a tu perro. Sólo la acción cuenta, sólo las acciones quedan grabadas en la historia o acaso ¿has visto alguna vez un monumento con la leyenda "a Carlos Juez quien tuvo la intención de..."? no lo creo pues sólo es útil a la humanidad lo que hacemos por ella y no lo que pensamos en hacer.

Resumen: Cada vez que te encuentres frente a una situación, busca a personas-vela que te impulsen a avanzar y sobre todo busca tú ser esa persona que impulse al resto.

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Espero que esta reflexión aporte un granito de arena a tu vida y a la de tus seres queridos.

Saludos cordiales,

Carlos Juez Mendoza


PD: Como siempre, te invito a que escribas tus comentarios, estés o no de acuerdo conmigo, acerca de esta lectura y reflexión, así todos creceremos más. Esta es tu oportunidad para que tus ideas sean escuchadas.

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